miércoles, 11 de julio de 2012

Inercia

Todo era inerte en aquella habitación. Nada se movía o alteraba la estética de aquella fotografía que parecía pintada sobre el aire con óleos color pastel. Los colores todos entrados en la gama del gris, análoga a aquella parálisis, se explayaban en la fotografía que parecía detenida en el tiempo. No pude ver mucho, pues.. no había mucho que ver más que aquella muchacha que se encontraba sentada en la única silla de la habitación que medía aproximadamente unos 10 por 9 metros. Se encontraba, para mi desconcierto, sentada mirando hacia la pared, en la dirección opuesta de la ventana. Si, para mi desconcierto, ya que ella solía sentarse allí por horas mirando hacia la ventana y deduciendo el porqué de las cosas. Esa loca manía siempre la caracterizó. Una taza de té, su mesita de bar y su silla era lo único que necesitaba para quedarse allí por horas riendo de la gente que pasaba y pasaba corriendo por delante de la ventana, como si hubiera un lugar a donde llegar. Muchas veces se encontraba riendo sola, asombrada por la desesperación de aquellas personas que corrían y corrían de un lugar a otro sin ver a donde estaban llegando, o peor... a donde querían llegar.
    Extraña era esta ocasión en la que nada se movía: esta vez se encontraba de espaldas a aquella ventana y por lo que pude ver, parecía que estaba observando la pared, al menos eso parecía... Lo cierto era que su mirada, sorprendentemente no apuntaba para ningún lugar; tenía la mirada perdida como aquellos turistas aterrados, sin mapa en una ciudad extraña. Algo andaba mal.
Ella, una muchacha bien parecida, de aspecto pulcro y extremadamente puro, cualquiera diría que se trataba de una muñeca de porcelana. Su pelo era de un color castaño oscuro, con mechas desparejas pero que juntas formaban la perfecta armonía, su rostro era hermoso en mi opinión (aunque ella siempre lo desmentía): una nariz pequeña, labios finos que se hacían interminables cuando esa sonrisa tan brillosa contagiaba el ambiente, y por último ojos marrones algo oscuros extremadamente penetrantes que podían intimidar a cualquiera si ella lo decidía.
Esta vez, sus mirada no era deslumbrante, sus ojos, ahora grises adquirían una extrema profundidad, se encontraba algo encorvada, vestida con ropas holgadas, cruzada de piernas, y apoyaba en la mesa el brazo, desde el codo hasta la mano que sostenía un cigarrillo ya empezado, mientras el otro brazo descansaba sobre sus piernas. En la mesa no se encontraba su taza de té, en ves de eso un cenicero viejo contenía cenizas que al parecer se habían quemado recientemente. Algo no andaba bien en ella, su expresión facial era neutra, sus cuerpo era neutro, pero sus ojos: parecían dos ventanas: ventanas que daban al mar, un tormentoso már oscuro, con olas rebeldes que parecían enojarse más y más. No había horizonte, pues la vista era oscura, no se sabía cuando empezaba el mar ni cuando terminaba y las olas se enojaban más y más. Cuando de repente una pareció escabullirse por la ventana y los ojos de la niña se llenaron de lágrimas, pero ninguna se derramaba. Más y más enojadas estaban las olas, más y más lágrimas contenían sus ojos. Fue cuando me pregunté como hacían sus ojos para contener tanta agua salada... el peso del agua ya tendía que haber hecho derramar aquellas lágrimas amenazantes, sin embargo sus pómulos seguían secos, eso no tenía lógica...algo andaba mal... pero ¿que ?. Por alguna extraña razón, mi atención se desvió a su mano: un anillo en el dedo anular, el cigarrillo sostenído por el medio y el mayor... ¡Claro, el cigarrillo!, se encontraba prendido pero no le salía humo, el humo se encontraba quieto y no subía hacia arriba. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo: El tiempo se había detenido. Alguien había detenido las agujas del reloj de su mundo real y ella ya no podía avanzar, sin embargo su mundo interno seguía creciendo. Tal ves había sido algo que vio, algo que escucho lo que la había hecho quedar en la parálisis absoluta, a tal punto en el que yo hubiera podido haberme quedado allí por horas y ella jamás lo hubiera notado. Cuando me di cuenta la habítación medía unos 2 por 2 metros, ya no se veía la ventana. 

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